miércoles, 20 de octubre de 2010

Manzana podrida


La oscuridad lleno los ojos de Juan. . El silencio se escurría como aceite por sus oídos. Estaba acostado boca arriba. Giro su cabeza. Pero raspo su frente contra una superficie plana. Quiso tocarse la cara pero no pudo. No podía mover sus brazos, limitado por el poco espacio que había. Cerró sus manos y las sintió sudadas. Podía escuchar su respiración como el viento ensuciado de tierra. Sus pies golpearon una tapa. La tapa de su envase. El sonido era metálico.
Escucho gritos. Cuando pudo concentrarse reconoció una voz del otro lado de la tapa. Era la del preceptor. Entre risas le dijo que corriese porque la bomba estaba por explotar. Juan era un experto en amenazas de bomba a la escuela. Disfrutaba viendo en cada evacuación la pelada enrojecida del preceptor, y la mirada fulminante de la directora hacia este.
Juan noto que lo levantaban del lado de sus piernas. La sangre inundaba su cabeza. Lo arrastraron como a una bolsa de papas. Mientras lo arrastraban noto que su envase se movía levemente hacia los costados, como si estuviese en una especie de capsula. Justo antes de vomitarse encima lo soltaron, haciéndolo golpear contra el piso. Ecucho el canto de los pájaros, y el sonido de las hojas de los árboles. Sus pies latían como estuviesen por explotar.
Pudo reconocer la voz del profesor de física. Lo escuchaba muy cerca. El le susurraba que por fin se iba a hacer justicia con el. Fue en una de sus clases donde Juan prendió la pastilla de gamexane y eso complico al asmático educador, que del aula fue directo al hospital.
Llorando Juan pidió que lo sacasen de su encierro. Prometió que no volvería a hacer de las suyas. Que en adelante iba a ser un buen alumno. Solo hubo risas a su alrededor.
La voz de mujer ronca solo podía ser la de la directora. La escucho apoyar el taco del zapato sobre la capsula. Le dijo que había tenido mucha paciencia. Que lo hubiera echado sino fuera por los aportes que su papa hacia al colegio. Pero que esa vez se había pasado de la raya. Habían encontrado las fotos en su mochila. Sabían de sus planes de empapelar la escuela con esas imágenes. Lo trato de boludo por no pensar que ella podía tener sus informantes. Le dijo que esa jodita no la iba a poder hacer y que ellos, los perdedores de siempre, se iban a reír de él cuando estuviese enterrado.
Mientras Juan escucho a la directora se orino encima. Le rogaba que lo liberasen. Que nunca iba a hablar de las fotos de ellos tres en la biblioteca. No tuvo respuesta. Escucho la pala excavando la tierra. Entonces Juan empezó a mover su cuerpo hacia los costados, haciendo oscilar la capsula.
El cuerpo de Juan comenzó a rodar, y la capsula giro hacia una pendiente. A medida que ganaba velocidad la capsula rebotaba contra el piso. Cada vez más rápido y fuerte rebotaba. El metal se deformaba sobre su cuerpo, y le abría heridas como lava hirviendo. Su respiración agitada escupía sangre. De repente la capsula se abrió como el capullo que se transforma en mariposa. Juan floto en el aire por unos segundos. Manoteaba el cielo como si quisiese de agarrarse de él. Pero cuando vio al sol se relajo, y se dejo llevar por la fuerza de gravedad hacia el piso.
Su vuelo termino contra una piedra, y sus ojos se llenaron de luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario