miércoles, 17 de febrero de 2010

La llamada


Silvia estaba mareada. Ama de la casa usaba delantal con flores .Apoyo el tubo del teléfono y termino la charla con la conductora. No se quería alejar de la mesa donde estaba el teléfono. Lo miraba fijo. Tenía miedo de desmayarse y no escuchar la llamada.
Su cabeza estaba en blanco. Como si una nube se hubiese metido y anulase sus pensamientos. Era la nena sentada en la vereda con el viento en la cara. Era el silencio antes del trueno y la lluvia.
La conductora del programa más exitoso de la noche la había felicitado, era la ganadora del premio mayor.
Lo último que le escucho a la diva fue “Silvia, divina, ahora corta que la producción te va a llamar para mandarte el fabuloso premio”
Nunca se imagino que esa frase podía ser para ella. Toda la vida había soñado escucharla. El premio mayor y Silvia juntos. La Diva y Silvia juntas . La Diva el premio mayor y Silvia bailando en círculos. Estaba mareada como un trompo.
Silvia vio que su mano izquierda, la que no estaba apoyada en la mesa para no caerse, estaba apretando el delantal. Cuando la abrió vio que la estampita del santo era un bollito de papel, y la guardo en el bolsillo.
Sintió el olor del risotto. Lo estaba preparando cuando la llamaron del programa. Volvió a la cocina y puso la pava en el fuego para prepararse un té de boldo. Después abrió el placard y saco la botella de whisky de supermercado. Se sirvió un vaso.
Pensó en llamar a alguno de sus hijos, pero no quería molestarlos porque seguro estaban con sus cosas que son siempre importantes
Pensó en llamar a su ex marido, pero prefería que la turra se enterase por la tele.
Pensó en que si usaba el teléfono, ocupaba la línea.
Silvia se imagino llena de joyas y pieles de zorro, viajando por el mundo y posando en las tapas de las revistas de la farándula internacional. En ese momento se sintió más ridicula que nunca.
Decidió terminar con el risotto, mientras escuchaba sonar al teléfono.

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